Es un gusto conectar con otros miembros de nuestro movimiento global.
La mejor manera de confraternizar es comiendo juntos.
Conexiones intercontinentales que durarán toda la eternidad.
Orando para que Dios trabaje a través de nuestro movimiento.
El Evangelio nos une de una manera que rompe las barreras lingüísticas.
Nos animamos unos a otros en una actividad de creación de equipo.
Todo nuestro grupo.