ARGENTINA: CÓMO COMENZAMOS
El nacimiento de nuestro movimiento en Argentina
El movimiento de la Alianza Charis comenzó en Argentina en 1909, como el primer fruto de la Sociedad de Misiones Extranjeras, nacida apenas unos años antes. Luego de dos intentos frustrados en Persia y Canadá, Charles Yoder fue enviado a Sudamérica para comenzar una tarea misionera. Había sido pastor en Warsaw y más tarde Secretario General de la Misión, pero la visión apasionada de Luis Bauman lo llevó a dejar las oficinas para abrazar el corazón mismo del llamado misionero.
Tras un tiempo de intensa oración, surgió una posibilidad: una nación joven y de extensas llanuras aún no alcanzadas con el evangelio. Argentina estaba frente a ellos. Fue el propio Bauman quien señaló ese momento como un “kairos” y a 1909 como la "Hora de la Oportunidad", proclamando: «Hermanos, estamos a las puertas de una nueva era… para la Iglesia de los Hermanos».
En septiembre de ese mismo año, Charles Yoder junto a su familia y a Berta May Bell emprendieron el viaje hacia el país más austral de América del Sur. Luego de pasar por distintas localidades de Buenos Aires, finalmente se establecieron en Río Cuarto, el 1 de noviembre de 1909. La elección de aquel lugar tenía sus razones: además de ser un centro ferroviario en plena expansión y que prometía transformarse en uno de los poblados más importantes del interior, había muchas localidades en sus cercanías y ningún obrero dentro de los 150 kilómetros a la redonda.
Aquel deseo de llegar a lugares no alcanzados con el evangelio, que había impulsado a Jacob Cassel a dar origen a la Sociedad de Misiones Extranjeras, junto a quienes respondieron con fe al llamado, permitieron la presencia de la Alianza Charis en Argentina.
El Crecimiento de Nuestro Movimiento en Argentina
La tarea que comenzó Charles Yoder no fue fácil. Tuvo que aprender un nuevo idioma, adaptarse a una cultura distinta, y enfrentar la resistencia del poder religioso que imperaba en el país. Pero sabía que para ver vidas transformadas por el Señor debía mantenerse firme y fiel al llamado.
Los primeros años se enfocaron en construir relaciones. La enseñanza del inglés en el Colegio Nacional le permitió ser de influencia, y el deporte –introduciendo el basketball por primera vez en la región– se volvió otra herramienta para conectar con la sociedad. La compra de un “coche bíblico” fue un hito: con él recorrían pueblos, distribuían literatura y realizaban reuniones al aire libre, compartiendo el mensaje de salvación.
La enseñanza de la Palabra, el discipulado y la formación de obreros estaba en el foco de los esfuerzos. Y aunque se buscaba que estos obreros formen parte activa en el liderazgo de las primeras iglesias, los más preparados eran enviados a otros pueblos para extender el trabajo misionero. Tanto así, que solo 20 años después, había iglesias y puntos de luz en más de 20 localidades distintas.
La llegada de más misioneros, junto a obreros nacionales permitió el establecimiento de decenas de iglesias. Algunas crisis llegaron y detuvieron el avance de la misión, pero a comienzos de los ‘90 hubo un despertar. Nuevas obras comenzaron en el interior del país, y se levantaron misioneros a Uruguay, Chile, México, Brasil, Colombia y Chad, muchos de ellos formando equipos multinacionales que tanto bien le hicieron a nuestra Alianza Charis.
Un llamado a la oración y al apoyo
Luego de dos décadas marcadas por el envío de misioneros al mundo, atravesamos una de sequía. Pero hoy vemos en varios jóvenes el anhelo de salir al campo misionero. Oramos para que Dios confirme sus pasos, y para que mueva a las iglesias a dar con generosidad para su sostén.
La mayoría de nuestros líderes y pastores se sostienen por sus propios trabajos, lo que dificulta el ministerio. Ora para que Dios supla sus necesidades y que levante obreros a tiempo completo.
Necesitamos formar más líderes para guiar y movilizar a las iglesias a cumplir la gran comisión. Alabamos a Dios por los distintos programas de capacitación y oramos por los frutos que vendrán.
Anhelamos que aquel crecimiento que identificó nuestro comienzo el siglo pasado se repita en este tiempo. Dios está levantando equipos con el firme propósito de fundar nuevas iglesias. Oramos para que esta visión sea acompañada por los líderes e iglesias de Argentina y podamos ver nuevas obras en los próximos años.
Ora por ministerios integrales que se están desarrollando en distintas localidades, y para que muchas más comiencen. Que sean un puente para conectar a las personas con el amor de Dios.