Conoce a la familia: Betelmbaye (Chad) 

Mi nombre es Yerima BETELMBAYE, tengo 57 años y vivo en Yamena, Chad. Mi esposa, Marthe YODJIGUIMANG, y yo llevamos casados 37 años y hemos sido bendecidos con ocho hijos y tres nietos. 

Crecí en una familia no cristiana y polígama, pero conocí a Jesús desde muy temprana edad. Recuerdo que solía acompañar a otros niños de mi edad a la escuela dominical de la iglesia de nuestro barrio. Creo que tenía unos 11 o 12 años. Poco después, me uní a un movimiento juvenil de la iglesia llamado Juventud Evangélica de África (Jeunesse Evangélique Afrique) para ayudarme a crecer en mi fe. 

Me dediqué en cuerpo y alma a ese movimiento, pero la juventud tiene sus tentaciones. A veces me alejaba para salir con amigos que no conocían a Dios y llevaban un estilo de vida diferente. A menudo me alejaban de las actividades en el grupo juvenil, tentándome con cosas mundanas. Es tal y como dice la Biblia: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres» (1 Corintios 15:33). Pero mis líderes nunca se rindieron conmigo. Constantemente me ayudaban a volver a lo que realmente importaba a través de la oración y los estudios bíblicos. 

No fue hasta más tarde cuando sentí verdaderamente el llamado de Dios en mi vida. Después de casarme con mi maravillosa esposa, entregué definitivamente mi vida a Jesús, diciendo: «Señor, aquí estoy, ¡envíame!». Mi esposa y yo respondimos al llamado de Dios y nos embarcamos en un programa de formación de cuatro años en el Instituto Bíblico. 

Después de nuestra graduación, servimos en la iglesia durante diez años. Luego enseñé en el Instituto Bíblico de Bessao (Chad) durante cuatro años. Desde allí, fuimos enviados a la Facultad de Teología Bíblica (República Centroafricana) para otros cuatro años de formación teológica. Después de esos intensos años de estudio, regresamos al Instituto Bíblico para enseñar. 

Hoy, después de varios años en el ministerio de la enseñanza, tengo el honor de servir como pastor en la Iglesia Evangélica de los Hermanos en Yamena, la capital de Chad. Dios ha hecho muchas cosas maravillosas en mi vida y en la de mi familia. También me ha bendecido con la alegría de ver a nuestros hijos unirse a nosotros en la obra del Señor.  

Mi versículo bíblico favorito es de Lamentaciones 3:22-27: 

“Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos; ¡nunca su misericordia se ha agotado! ¡Grande es su fidelidad, y cada mañana se renueva! Por eso digo con toda el alma: «¡El Señor es mi herencia, y en él confío!» Es bueno el Señor con quienes le buscan, con quienes en él esperan. Es bueno esperar en silencio que el Señor venga a salvarnos. Es bueno que llevemos el yugo desde nuestra juventud.” 

Quiero animar a la generación actual a buscar al Señor mientras aún hay tiempo, mientras Él todavía está cerca. Ámenlo, sírvanlo, al único Dios vivo y verdadero. No pierdan su tiempo en cosas vacías y mundanas que no pueden salvarlos cuando llegan los problemas. 

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