CHILE – ¿CÓMO EMPEZAMOS?
El nacimiento de un movimiento en Chile
Corría el año 1996 cuando el hermano Ed Trenner visitaba a nuestros hermanos de la Alianza de Charis en Buenos Aires, Argentina. En un momento solemne pronunció estas palabras:
“Piensen en algo grande, algo imposible para ustedes…Si Dios les dijera que lo hagan, y que no van a fallar ¿Qué harían?”
Esto Resonó con fuerza en los oídos de José Sepúlveda, un chileno, soldador de oficio, que era miembro de la congregación de la Iglesia de la Esperanza en Wilde.
Él había crecido en una familia evangélica tradicional, se reunían en la casa de sus abuelos, que dedicaban su casa para que la iglesia se reuniera. Cuando tenía 20 años se mudó a Buenos Aires, Argentina, y asistiendo a una iglesia cristiana se dio cuenta de que no conocía el mensaje del evangelio. Allí se convirtió, y con el tiempo, se dio cuenta de que esta situación se repetía en la mayoría de sus familiares en Chile. Ellos practicaban una religión pero no conocían la salvación por medio de Jesucristo.
Así fue que José, animado por David Guiles, que en ese momento era misionero en Argentina, le dijo al Señor que si no iba a fallar, él quería volver a Chile, para alcanzar a su familia para Cristo.
Movido por esta visión, José Sepúlveda llegó a Curicó con su esposa, Susana, y sus dos hijas en el verano del año 1998. En medio de diversas pruebas, igual comenzaron rápidamente a compartir la Palabra, con vecinos y familiares, que aunque fueran “evangélicos” en su gran mayoría, no conocían al Señor como Salvador.
Fue en el año 2001 que se unieron a él los misioneros Edson e Ivanise Silva de Brasil, con sus hijos y la misionera Adriana Camandona, de Argentina. Pronto se uniría a ellos el hermano Juan Sáez, quien siendo chileno había vivido muchos años en Rio Cuarto, Argentina, había conocido al Señor como salvador allá, y ahora regresaba a su país. Se casó con Adriana Camandona y fueron aprobados como misioneros de Charis y siguieron sirviendo hasta el día de hoy en Curicó.
El crecimiento del movimiento en Chile
Durante estos años hubo varias personas que se unieron al servicio, ya sea visitas de días o semanas, meses o años. El entonces misionero en Argentina Esteban Bailey les apoyó continuamente con sus fieles visitas y su amoroso mentoreo. Cuando él volvió a los Estados Unidos lo reemplazó Eduardo Pizzi, brindando su apoyo fiel y constante.
Se hicieron muchos esfuerzos evangelísticos en distintos barrios de la comunidad. Entregando folletos, haciendo visitas y estudios bíblicos con muchas personas. Se comenzaron a hacer reuniones en casas de familia de los hermanos cada domingo, y además entre semana en otros hogares de personas interesadas en aprender más del Señor. También se comenzaron puntos de luz en otras localidades, como en Sarmiento, en donde se prolongó por unos dos años.
Uno de los ejes del trabajo ha sido el estudio de la Palabra y la capacitación de líderes, realizando talleres, e involucrando incluso a líderes de otras denominaciones.
Por muchos años se hicieron actividades con niños y adolescentes, de jóvenes también.
Los hermanos Silva dejaron Chile a principios del año 2015, volviendo a su lugar en Belén do Pará.
En estos años hubo muchos que confesaron haber entregado sus vidas al Señor, personas que se congregaron por un tiempo, pero que se fueron a vivir a otros lugares, o a congregarse con otras iglesias o simplemente rechazaron el mensaje. El Señor conoce los corazones.
Desde hace 10 años se reúnen regularmente los domingos en una sede vecinal, la cual cuenta con un salón y una multicancha que pueden usar para las actividades recreativas que realizan a menudo.
Durante la semana se realizan discipulados en grupo o de persona a persona, reuniones de mujeres y de hombres y reuniones de oración.
Desde sus comienzos esta obra tuvo una característica multicultural, y lo sigue siendo. Un equipo formado por chilenos, brasileños, argentinos, norteamericanos, y ahora sumando haitianos y venezolanos. “Las naciones han venido a nosotros”, dicen ellos.
Un llamado a la Oración y al apoyo
Esta sigue siendo una obra que lucha por crecer y alcanzar a otros para Cristo.
Hay una gran necesidad de gente joven involucrada y comprometida con el servicio.
Por personas que estén capacitadas para trabajar entre niños, jóvenes y adolescentes, y tengan la disposición de comenzar algo entre ellos.