Conozca a la familia: Manami Aoki (Japón)

A sus 62 años, Manami Aoki considera Okinawa, Japón, su hogar. Lleva muchos años casada con su esposo, Shu, y juntos han experimentado la fidelidad de Dios tanto en épocas de dificultades como de bienestar.  

Manami mira hacia atrás y ve la clara mano de Dios moldeando su vida, a menudo a través de los problemas. «Al igual que en las vidas de Moisés y José, el Señor pone a prueba y entrena a una persona para usarla más adelante», reflexiona. «Puede que no encontremos el significado durante ese periodo de tiempo, pero llegará un momento en el que lo entenderemos. Cuando encontramos el significado, no podemos evitar estar agradecidos por lo que el Señor nos ha dado».  

Para Manami, esos años de prueba llegaron durante la secundaria y el bachillerato. Recuerda esa etapa como una de las más difíciles de su vida. Se rebeló contra sus maestros y sus padres, sus calificaciones bajaron drásticamente y perdió la confianza en sí misma. «No tenía un lugar al que pertenecer», recuerda. «Pero Dios estaba de mi lado».  

Ahora, años más tarde, puede ver cómo el Señor la estaba preparando. Actualmente, Manami es maestra en la Escuela Cristiana Internacional de Okinawa, un cargo que ha desempeñado fielmente durante veinte años. Sus propias luchas le han dado una profunda compasión por sus alumnos. «Hay muchos estudiantes que sufren diversos problemas y angustias», dice. «Quiero decirles a estos estudiantes que todo va a salir bien porque Dios está con ellos. Puedo entenderlos con mi corazón (no solo con mi cabeza), porque yo misma lo he experimentado. La experiencia que Dios me dio fue para bien, para ser quien soy ahora. Hoy en día me doy cuenta de que esas experiencias fueron muy valiosas para mí».  

Un versículo que ha acompañado a Manami a lo largo de su vida es la declaración de Dios en Isaías 43:4:  

«Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé».  

De cara a la próxima generación, Manami ofrece tanto palabras de aliento como de advertencia. «Aunque la sociedad actual ofrece muchas comodidades, está a merced de una gran variedad de información, y la forma de pensar del mundo se está moviendo en una dirección opuesta al deseo de Dios», comparte. «En una sociedad así, es muy difícil convertirse en una persona que agrada a Dios. Por eso creo que es tan importante tener una fuerte identidad cristiana».  

De ser una joven que luchaba por encontrar su lugar a una maestra que ahora derrama el amor de Dios en sus alumnos, la vida de Manami es un testimonio de la obra redentora de Dios. Lo que antes sentía que eran años perdidos se ha convertido en la base misma de su ministerio, un recordatorio de que nada se desperdicia en las manos de Dios.  

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